No existe una explicación uniforme para este comportamiento, pero han sido sugeridas algunas posibilidades. Los perros y perras están programados en forma innata para consumir la materia fecal de los cachorros cuando están en el nido o lugar de parto. Hay algunas raíces 'naturales' en el hecho de que las presas comen a menudo las heces de sus crías, aparentemente como un método de esconder su presencia de los depredadores. Los perros comerán las heces de otras especies, especialmente gatos y conejos también. Obviamente no encuentran el gusto de las heces desagradable o este comportamiento sería corregido. Quizás cuando el perro está aburrido la coprofagia puede ser una forma de conducta de llamar la atención. La conducta del perro que consume sus propias heces o la de otros perros o gatos sin duda es una mala adaptación, dado que esto tiende a infectarse o reinfectarse con huevos de parásitos. En los animales muy jóvenes la coprofagia puede servir como una forma de establecer una flora intestinal adecuada, pero este beneficio potencial deber ser pesado contra la desventaja de consumir huevos de parásitos. La forma más común de tratar la coprofagia en los perros es aplicar un repelente a las heces. Existen algunos medicamentos que se mezclan con el alimento del animal y que al defecarlo provocan un olor desagradable impidiendo teóricamente que el perro las ingiera. Importante: no debemos descartar causas orgánicas como falta de enzimas digestivas. Siendo necesaria la consulta con un profesional veterinario. |
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