domingo, 2 de noviembre de 2008

COPROFAGIA: PERROS QUE COMEN EXCREMENTOS


Coprofagia: perros que comen su propio excremento o de otros animalesNo existe una explicación uniforme para este comportamiento, pero han sido sugeridas algunas posibilidades. Los perros y perras están programados en forma innata para consumir la materia fecal de los cachorros cuando están en el nido o lugar de parto. Hay algunas raíces 'naturales' en el hecho de que las presas comen a menudo las heces de sus crías, aparentemente como un método de esconder su presencia de los depredadores. Los perros comerán las heces de otras especies, especialmente gatos y conejos también. Obviamente no encuentran el gusto de las heces desagradable o este comportamiento sería corregido.

Quizás cuando el perro está aburrido la coprofagia puede ser una forma de conducta de llamar la atención.
Los dueños pueden reaccionar emocionalmente al ver a su perro comiéndose las heces y el perro puede tomar esto como una forma de acaparar la atención. Los perros que acostumbran comer sus propias heces, a menudo están confinados y reciben poca atención humana. También se podría pensar que el perro puede estar intentando satisfacer alguna deficiencia nutricional desconocida.

La conducta del perro que consume sus propias heces o la de otros perros o gatos sin duda es una mala adaptación, dado que esto tiende a infectarse o reinfectarse con huevos de parásitos. En los animales muy jóvenes la coprofagia puede servir como una forma de establecer una flora intestinal adecuada, pero este beneficio potencial deber ser pesado contra la desventaja de consumir huevos de parásitos.

La forma más común de tratar la coprofagia en los perros es aplicar un repelente a las heces. Existen algunos medicamentos que se mezclan con el alimento del animal y que al defecarlo provocan un olor desagradable impidiendo teóricamente que el perro las ingiera.
Sacar a pasear al perro con la correa y controlarlo para que no retorne a ingerir sus heces ayuda. A veces es posible distraer al perro corriendo una corta distancia luego de haber movido el vientre o dando un par de pasos e indicándole que se siente y recompensarlo.
Si puedes mantener al perro de esta manera alejado de la ingesta de heces por un mes aproximadamente, es muchas veces suficiente para romper ese hábito.
Levantando el excremento para prevenir su ingestión funciona en perros que no comen inmediatamente sus heces.

Importante: no debemos descartar causas orgánicas como falta de enzimas digestivas. Siendo necesaria la consulta con un profesional veterinario.





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